La muerte de Diego Armando Maradona llena de tristeza a quienes tenemos, tal vez, un grado de adoración por el gran jugador de fútbol. Saltan a la palestra también muchos para recordar el lado más oscuro de un hombre que se equivocó y pagó, como bien dijo.
No hay dos lecturas: amado y odiado. Mi grado de devoción por el mejor jugador que mis ojos vieron, entregan la respuesta.
No me permití ver sus errores, ya que apenas a veces veo los propios. Pues bien, estas líneas no buscan más que entregar el sencillo homenaje del periodista que suscribe, más bien liberar y de paso, registrar la emoción que significó la impronta del Diego.
Fui testigo de las últimas dos veces que vino a jugar a nuestro país, y felizmente, gracias al ejercicio de esta linda profesión pude interactuar brevemente con él. Por breve que haya sido, sentí que cumplía una meta que en mi juventud se veía muy lejana.
Es decir, cumplí un sueño. Tal vez, fue el mismo Diego quien me inspiró para cumplir anhelos, sí, Diego Armando Maradona para mí fue un ejemplo a seguir; ganas de superación en medio de la adversidad, tesón, pasión, y amor por el fútbol. De su vida privada y excesos que hablen otros, que ni siquiera deben estar en su natal Argentina que lo perdonó desde siempre.
Lo comparan con O ‘Rey Pelé a quien no vi jugar. Hablo de lo que mis ojos vieron, y llego a la conclusión que fue el mejor de todos los tiempos, y no solamente por el juego, sino por su compromiso con la actividad del fútbol, la pobreza, por quienes luchan por ideales de justicia y equidad.
Por eso, y muchas otras cosas vayan estas palabras para el más grande, aquel ídolo que sintió y acogió con humildad el cariño que le brindamos millones de admiradores. El mundo entristece por su partida, mis palabras se agotan, acaso aún incrédulo de la infausta noticia que ayer nos golpeó, la figura de Maradona se mantiene, ya que no puede crecer más, pues siempre fue grande. Solamente que ahora, se extendió a la eternidad.
¡ABRAZO AL CIELO, GRACIAS MARADONA !
