La eliminación de Chile del próximo mundial sentenciada anoche, no es más que el precio a la improvisación y la nula planificación en las altas esferas del fútbol chileno luego de la obtención de logros internacionales gracias a la Generación Dorada que nos brindó tantas alegrías.

La burda ausencia del Mundial de Rusia era el primer castigo por no establecer parámetros claros de cómo debía alargarse hasta lo que más pudiese el éxito de esta Selección.

Un presidente acusado de corrupción, que aún goza de beneficios en Miami no era el mejor aval para perpetuar resultados inéditos en cancha.

Pero, ¿alguien se preguntó cómo rescatar, potenciar e invertir toda la riqueza que suponía aquel dulce momento? Lo dudo. Más temprano que tarde, vino la debacle; líos en el camarín, escasa planificación a todo nivel y un circo directivo. Difícilmente se podría pensar en fortalecer, y peor aún, en rescatar algo de los frutos que entregó “La Roja” de todos.

De aquello ha pasado mucho tiempo, de la obtención de la primera Copa América ya suman largos siete años, lo cual en el fútbol es una eternidad, más aún la avanzada edad que encuentra a los pilares de este grupo, que tantas satisfacciones nos entregaron.

Malas decisiones desde la testera, como traer una autoridad deportiva que viajó miles de kilómetros para traer a un director técnico al cual ni siquiera conocía, y que todos sabíamos sería complejo que levantara el nivel. Es más, empeoró las cosas con nominaciones más que cuestionables y mal manejo en varios partidos.

La derrota ante Uruguay es apenas un “pelo de la cola”, más bien el cierre de un período lleno de oscurantismo y dudas, que esperemos en los próximos días y meses comiencen a quedar atrás, para levantar un balompié que gracias a la Generación Dorada gozó alegrías que marcaron a muchos.

Gráfica: Gentileza milenio.com